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47 años al servicio de la vida, la paz y la libertad interior, dirigida por Ana Inés y Julio Avruj

 

 

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Actualizado a marzo de 2014

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Guía para el camino

 

El Laberinto se abre frente a nosotros como una metáfora del viaje del alma en su peregrinar por la vida. Si estás dispuesto a internarte conscientemente en él, ten en cuenta que no hay una manera correcta o incorrecta de recorrerlo ; todo está bien. Las siguientes sugerencias te permitirán vivir la experiencia con más intensidad.

Quítate el calzado o ponte las botas sintiendo que, al hacerlo, te estás preparando para ingresar a un lugar sagrado : el encuentro con tu propio ser. Mientras aguardas tu turno de entrada, toma conciencia de tu respiración y sostén internamente la intención con que has de realizar el peregrinaje.

Ingresa al Laberinto y con tu atención abierta a lo que emerge -en estado de no juicio, no crítica- observa lo que aparece. Date libertad tanto para tocar tus heridas, si ellas surgen, como para disfrutar la paz y la alegría de tu corazón si brotan.

Permite que tu cuerpo encuentre su propio paso, su propio ritmo. No hay una velocidad predeterminada y puedes cambiarla cuantas veces lo desees. Puedes caminar, danzar o peregrinar de rodillas ; todo está bien. Si algún sitio te atrae, puedes quedarte allí meditando o recibiendo lo que ese lugar tiene para ti.

Seguramente pasarás o serás pasado por otras personas en tu viaje y, como la ida y el retorno transcurren por la misma vía, te encontrarás de frente con otros caminantes. En ambos casos, alcanzará con que alguno de los dos ceda el paso naturalmente. Si te quieres mantener en un estado introspectivo, simplemente no hagas contacto visual. Si te encuentras con alguien que conoces, un abrazo o un apretón de manos puede ser una celebración de estar juntos en el camino.

Si sientes el llamado del Laberinto, intérnate en él con respeto y apertura al misterio de lo desconocido. Y recuerda: cuando la intención del corazón es clara ¡ todo está bien !

 

 
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