HOME PAGE

47 años al servicio de la vida, la paz y la libertad interior, dirigida por Ana Inés y Julio Avruj

 

 

Quiénes somos

 

Calendario de Actividades

 

Actualizado a marzo de 2014

Economía - Empresas
Espiritualidad Urbana
Mente - Cuerpo
Espiritualidad en la Ciencia, Tecnología y Práctica Profesional
Psicología y Educación
Creatividad - Arte - Mandalas
Filosofía - Misticismo
Comunidad, Servicio y Cultura de Paz

    

 

 

“Por sobre las nubes más oscuras siempre brilla el Sol, todo es cuestión de volar alto”

 

 

Mi nombre es Ciro Gabriel Avruj, vivo en Buenos Aires y tengo 29 años. En mi familia más cercana, con la que tengo una excelente relación, somos cuatro: todos profesionales con la misma vocación de servicio y anhelo de una sociedad más justa.

 

Mi infancia fue normal: concurría al colegio, compartía espacios con amigos y tenía hobbies. Desde pequeño fui de carácter algo tímido y aparentemente parco pero sensible, teniendo cualidades de competencia y siempre intentando brillar  en mi función.

 

Participé en el movimiento Scout, donde, como guía de patrulla, conviví en campamentos, actividades y me esforcé por experimentar el lema “siempre listos para servir”. También me interesé por la pesca deportiva y me destaqué representando a mi club en varios campeonatos de la especialidad, individual y por equipos.

 

A los 14 años viví un hecho trágico que revolucionó por completo mi vida. Me dirigía a la localidad de Junín con unos amigos a pescar. A mitad de camino, de repente, chocamos de frente contra un camión. El brutal accidente en el cual murieron dos de mis amigos me ocasionó una cuadriplegia por lesión medular C4-C5-C6. Desde entonces mi vida fue diferente.

 

Los primeros tres años después del accidente fueron durísimos: internaciones, depresiones, broncas, no querer ni poder salir de la cama. Para mi familia también fue una época difícil: angustia e incertidumbre, sumado a problemas económicos agravaron la situación. Durante la segunda etapa de este período estuve internado en ALPI y fue así como vi que no era el único en esta situación.

 

Nuevamente en casa, de a poco fui comenzando con algunas actividades bajo la nueva realidad de desplazarme en silla de ruedas. Retomé el secundario y me inserté muy parcialmente en CompuLine, una empresa familiar dedicada a las comunicaciones y telecomunicaciones, donde realizaba tareas varias de oficina. Con la colaboración de asistentes empecé a salir de casa y a relacionarme con amigos y amigas. También me empiezo a interesar por el camino espiritual ...

 

Debí enfrentar, aunque no con facilidad, la discriminación (al no ser aceptado en el colegio al que anteriormente concurría), las barreras arquitectónicas (en mi propia casa, en la nueva escuela y en casi todas partes), la indiferencia (de algunos “amigos”), broncas por tener que adaptarme forzosamente a esta situación, etc.

 

Quiero destacar que el apoyo y la compañía familiar fue permanente e importantísimo para ayudarme a salir del pozo y guiarme en lo que vendría.

 

Han pasado casi quince años de este segundo nacimiento. Hoy la historia es diferente ... 

 

Después del tiempo que me llevó comenzar a readaptarme, puedo contar con orgullo otros planes. La rehabilitación física fue significativa pero no suficiente, la rehabilitación mental, emocional y espiritual es la más importante y no se termina nunca, está en constante evolución. Así es que hice lo necesario para formarme y desarrollarme integralmente: estudiando, trabajando, investigando, estando de novio, paseando, viviendo solo, ayudando, viajando, conociendo, emprendiendo, viviendo...

 

Tuve que descubrir que para poder desenvolverme exitosamente en el mundo tenía que desarrollar al máximo todas las potencialidades, principalmente las no afectadas directamente con el físico que es limitado.

 

Luego del secundario, donde debía subir a diario un piso por las escaleras con la colaboración de no menos de cuatro compañeros, llegó el sueño de la facultad. Entre las varias averiguaciones que hice intentando encontrar un equilibrio entre las necesidades de buenos contenidos formativos, accesibilidad arquitectónica y compatibilidad de posibilidades, me decidí por la Universidad de Belgrano. Concurrí seis años, respetando turnos de exámenes y arribando siempre a horario a las clases.

 

El título que obtuve allí es de Licenciado en Administración aunque mi repertorio de estudios es más amplio que el de las ciencias económicas ya que considero que la formación debe ser integral. Por eso es que realizo permanentes capacitaciones relacionadas principalmente al desarrollo humano y a la educación inspirada en valores humanos. Por supuesto que concurro también a cursos y conferencias sobre temas ligados directamente a la globalización, el marketing  y los negocios que estarían aparentemente más relacionados con mi carrera, pero creo que es fundamental concentrarse en los valores base que sostienen cualquier conocimiento técnico.

 

He tenido la oportunidad de conocer diferentes culturas y modelos y trabajado voluntariamente en ámbitos desde donde se toman decisiones. Éstas experiencias me ratifican que el gran cambio que visualizo, un nuevo paradigma que ya estamos viviendo, se dará por una apertura de la conciencia hacia una interacción entre las bondades que la ciencia y la tecnología nos proporcionan con las verdades universales eternas. 

 

Trabajo como voluntario en distintas ONGs relacionadas a temas como equiparación de oportunidades, integración de personas con discapacidad, liderazgo inspirado por valores, apertura de conciencia y educación para la paz.

 

Por 1992 creamos con mi padre el Grupo Sin Barreras -Primer Emprendimiento Integral Latinoamericano para la Apertura de Barreras Arquitectónicas, Urbanísticas y Discriminatorias-. Esta empresa, dedicada a la construcción, al asesoramiento y a la concientización sobre la importancia de crear espacios accesibles a todas las personas fue el puntal desde donde desarrollé gran parte de mi actividad. Construimos un edificio que es único por sus características, se encuentra en el barrio de Belgrano y en uno de sus dúplex vivo actualmente.

 

Trabajando en Sin Barreras pude conocer en profundidad la temática de la discapacidad desde otro espacio, no solo desde mi propia vivencia sino también en lo comunitario. Tuve la oportunidad de disertar en colegios, universidades y otros lugares de concurrencia masiva. Además, como activistas, realizamos campañas tendientes a la integración guiados por esta visión holística. Implantamos el tema en la sociedad y concretamos exitosamente algunos proyectos. Uno de estos logros derivó en la instalación de ascensores en las últimas estaciones de subterráneo construidas.

 

Con el correr del tiempo me uní a participar de distintas organizaciones y redes tales como Conciencia Sin Barreras, la Asociación Abilities Argentina, Misiones Unidas, Redepaz y la Mesa de Concertación Juvenil CBA.

 

Durante esta etapa recibí, además de la educación formal, enseñanzas muy ricas por parte de familiares y amigos y también de profesores y filósofos, algunos de ellos los conocí personalmente y otros por libros. Al adentrarme en esta corriente mi universo se amplió mágicamente. Podría nombrar a Robert Happé, Ken O’Donell, Neale Donald Walsch o Deepak Chopra. También he visto películas interesantes para recomendar que responden a esta visión: “Don Juan de Marco”, “Matrix”, ”Lancelot”, “El pequeño Buda”, “Gandhi” o ”The Truman Show”.

 

1997 fue un año importante en todo sentido. Lo inicio en Estados Unidos de vacaciones con un amigo. Ya en casa me intereso por la política y comienzo a investigar el tema visitando partidos. Continúo con una actividad que me produjo gratificaciones: concurrir a visitar a los pacientes internados en ALPI para intentar sembrarles entusiasmo. Por septiembre, en un congreso sobre accesibilidad conozco a quien sería mi novia por los siguientes años: una chica excelente y con un carácter muy especial.

 

1999 fue otro año que me marcó. Viajé a la India para conocer personalmente a mi maestro Sathya Sai Baba. Fueron tres semanas de aventura en las que aprendí una idiosincrasia y cultura diferente. Al volver, hice escala en Europa y tuve la fortuna de visitar al Papa Juan Pablo II. Ya en Buenos Aires se me vuelve a presentar otra oportunidad increíble al estrechar la mano de S.S. el Dalai Lama, quien estaba de visita por el País. Un período espiritualmente fuerte... Ese año, motivado por las experiencias vividas, rindo mis últimos diez exámenes de facultad y decido conformar con unos amigos un anhelado proyecto, el Grupo GEMA (Generando Espacios para un Mundo Abierto) -jóvenes por la paz-.

 

Actualmente soy consultor en nuevos paradigmas en integración. Desarrollo una amplia y fructífera actividad comunitaria en todo lo relacionado al emprendimiento social, al fortalecimiento de la sociedad civil y a mi propia búsqueda de desarrollo personal.

 

En las últimas semanas descubrí también otra posibilidad poco experimentada previamente: la del deporte. Practicaba esporádicamente natación con mi padre, utilizando visor y snorquel. Pero desde hace algunas semanas empecé a jugar también al tenis de mesa. Hoy es solo una recreación pero quién sabe en un futuro...

 

Por mi desempeño he sido honrado con los Premios “Aplauso Munai 1997” y “Bienal ALPI 1999”. Dichas distinciones son reconocimientos por la superación de la discapacidad y la lucha diaria por la mejor calidad de vida de todas las personas. Recientemente he sido nominado al premio “Entrepreneur 2002” por ser considerado uno de los emprendedores del año, en la categoría social. Mi humilde aporte al crecimiento de la sociedad generó mi participación en programas de TV, diarios, y otros medios de comunicación masiva, pero creo que el mayor logro es el respeto y buen nombre que percibo en el vivir cotidiano al tratar con la gente.

 

Me considero un innovador en todos los trabajos y objetivos que me propongo: fuimos de los primeros en la construcción de espacios accesibles a todas las personas, lucho por la defensa de los derechos humanos y la igualdad de oportunidades, me intereso y participo activamente en la construcción de un mundo mejor, el cual creo que estará dado cuando todos podamos encontrar la riqueza en las diferencias y desde allí trabajar por nuestro destino común: la realización de todos como seres humanos íntegros.     

 

Creo que la base para cualquier iniciativa y la fuerza para realizar los sueños radica en el amor. El amor que puede brindar la familia, el de la pareja y el que se puede alcanzar individualmente con el servicio al prójimo y con la práctica de disciplinas espirituales.

 

Una persona es mucho más que un físico: es espíritu, alma, intelecto, mente, corazón y mucho más. Identificar a una persona solo con la apariencia física es una limitación muy grande, por lo que habría que recordar el verdadero significado del término discapacidad[i]. También tenemos que darnos cuenta que lo esencial es invisible a los ojos.

 

Todo pasa por animarse, salir y enfrentar la vida con ganas. Encontrar la voluntad interna para sobreponerse a las propias creencias y al qué dirán y no dejarnos vencer por las dificultades. Así, con fuerza, intentar siempre ayudar a que los demás también venzan sus propias barreras. Dios siempre nos acompaña!

 

 

 

 

 

 

 

 

 



[i] El término “discapacitado” designa al individuo que posee, en más o menos, una capacidad distinta de la normal. Procura subrayar la diferencia antes que la inferioridad, como ocurre con los superdotados, que a veces requieren tratamientos de rehabilitación.

 
Sitios de interés  Antecedentes profesionales Alianzas estratégicas Investigación Publicaciones