Tenía 14 años cuando un accidente le cambió
la vida. "Viví un hecho trágico que me revolucionó por completo.
Estaba en la ruta, yendo a pescar con un grupo de amigos, cuando de
repente chocamos de frente contra un camión. Dos de mis amigos murieron,
yo me salvé por milagro, pero el accidente me ocasionó una cuadriplejia
por lesión medular. Desde entonces, mi realidad cambió
abruptamente", cuenta Ciro Gabriel Avruj, de 31 años, licenciado en
Administración, que -a pesar de la silla de ruedas- hace mucho por
cambiar el mundo.
"Mi inspiración es la flor de loto, que
echa sus raíces en el barro más oscuro, pero sale a la superficie con
una gran belleza. Siempre digo que por sobre las nubes más oscuras
siempre brilla el sol, que sólo es cuestión de volar alto. Es que la pasé
muy mal. Los primeros tres años posteriores al accidente fueron durísimos:
internaciones, depresiones, bronca, no querer ni poder salir de la cama,
angustia y preguntas sin respuestas. Pero hubo un click. Un día me di
cuenta de que mi realidad era la silla de ruedas, pero que podía hacer un
millón de cosas. A partir de entonces mi obsesión fue recibirme,
capacitarme y dedicar mi vida al tema de la integración, la equiparación
de oportunidades y la educación para la paz. Y bueno, acá estoy, sin
parar un minuto."
Avruj, que es muy bueno jugando tenis de mesa,
que nada, medita y está casado hace un año con Marisa Sánchez, es el
creador (junto con su padre, el ingeniero Julio Avruj) del Grupo Sin
Barreras. "Se trata de un emprendimiento integral latinoamericano
para la apertura de barreras arquitectónicas, urbanísticas y
discriminatorias, con la intención de ir disolviendo obstáculos físicos,
mentales y espirituales. La empresa se dedica a la construcción, el
asesoramiento y la concientización sobre la importancia de crear espacios
accesibles a todas las personas."
El edificio en donde vive, sobre la avenida
Cabildo, fue hecho por Sin Barreras. "Por eso los ascensores son
grandes, los botones están al alcance de todos, al igual que los timbres
y las llaves de luz. Hay pasillos amplios, curvas fáciles y, lo más
importante, una entrada al edificio pensada tanto para gente que camina
como para los que andamos en silla. La idea: no separar, sino
integrar."
Incansable, trabaja como voluntario en
diferentes ONG relacionadas con temas como la equiparación de
oportunidades, el liderazgo inspirado por valores, la apertura de
conciencia y educación para la paz, pero también organiza meditaciones
grupales (la última fue el viernes 9, frente al Planetario).
"Yo no practico ninguna religión, sólo
creo en Dios -sigue Avruj-. He estado a unos metros de Sai Baba, que me
clavó una mirada a los ojos que jamás olvidaré y me hizo llorar. Tuve
la oportunidad de ver al Santo Padre, recibí la energía del Dalai Lama
cuando estuvo en Buenos Aires. Me sucedieron cosas muy fuertes, y todas en
el mismo año: 1999. Inmediatamente, después de eso fundé Gema, un grupo
formado por jóvenes profesionales con intención de hacer algo para
transformar la realidad. Con el tiempo esto se disolvió, pero seguí
trabajando en política. Incluso fui candidato a legislador porteño por
el Partido para una República de Oportunidades (PRO), una nueva fuerza
integrada por gente joven dispuesta a renovar la política. Siempre supe
que, desde las organizaciones o la política, quiero ser partícipe de la
transformación de este país, que es maravilloso."
Flavia Fernández
Avruj
exprés
Cines: "Hay varias salas a las que puedo acceder cómodamente. Pero
el problema de muchos cines es que ubicaron el espacio para la persona en
silla de ruedas muy adelante o muy atrás. El primer bajón es que uno no
ve bien. El segundo, y para mí el más importante, es que uno no va solo.
Por lo tanto, ese lugar debería estar al lado de la butaca del acompañante,
cosa que no sucede".
Salidas: "Voy a conferencias, meditaciones, cursos, librerías. No
soporto quedarme quieto. En cambio, mi mujer sí, es bastante más hogareña".
Sabores: "Me encanta la comida china, así que frecuento el Barrio
Chino. También voy a Las Cañitas y a un restaurante vegetariano. Me
gusta y necesito comer sano".
Sueño: "Vivir en un país con conciencia, ético, donde todos
tengamos la posibilidad de vivir el sueño que queramos".
Felicidad: "El sol y el verde, mi familia, mi mujer. Me encantaría
tener hijos, pero hace muy poco que me casé".
La
evolución constante
En su oficina hay peces, está la foto de Sai
Baba, la de su encuentro con el Papa, otra de su familia. En un rincón,
una pecera contiene un hámster (que no le gusta, pero a su mujer sí),
gemas, libros y una fuente con agua. "Este es mi mundo. Sé cuando
entro, pero nunca cuando salgo. No tengo horarios, trabajo sin parar. Me
costó mucho rehabilitarme, por eso ahora no quiero perder tiempo. Siempre
digo que la rehabilitación física fue significativa, pero no suficiente.
La rehabilitación mental, emocional y espiritual es la más importante y
no se termina nunca, está en constante evolución."
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