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47 años al servicio de la vida, la paz y la libertad interior, dirigida por Ana Inés y Julio Avruj

 

 

Quiénes somos

 

Calendario de Actividades

 

Actualizado a marzo de 2014

Economía - Empresas
Espiritualidad Urbana
Mente - Cuerpo
Espiritualidad en la Ciencia, Tecnología y Práctica Profesional
Psicología y Educación
Creatividad - Arte - Mandalas
Filosofía - Misticismo
Comunidad, Servicio y Cultura de Paz

 

 

Declaración Universal del Derecho a la Paz
 

Paz de los niños en el vientre materno

Paz del recién nacido

Paz para que  la gente crezca y se transforme       
Paz en el hogar y en el trabajo

Paz  entre hombres y mujeres

Paz  entre las religiones 
Paz  entre los partidos políticos          
Paz con democracia y  tolerancia a la  diversidad 
Paz entre naciones          
Paz como solución de los conflictos 
Paz en los medios de comunicación

Paz sin el uso de violencia de cualquier naturaleza

Paz sin hambre y sin miseria

Paz sin miedo o inseguridad


Paz con libertad y dignidad                  

Paz con solidaridad y cooperación    
Paz con preservación del medio ambiente  
Paz con desarrollo sustentable           
Paz libre de apego, odio, venganza, resentimiento, celos y orgullo    
Paz de espíritu      
Paz como cultivo de los valores eternos de Amor, de Belleza, de Verdad, de Justicia, de Libertad y de Igualdad
 

Que la Paz pueda tener morada en el corazón de los seres humanos

a través de una educación que amplíe su conciencia de mundo, despierte para su papel de artífice de la realidad y desarrolle el protagonismo de la vida.

 

Que la visión  que inspira a cada uno sea construida a partir de un
paradigma de paz y no violencia, a través de instituciones y políticas
públicas orientadas hacia la Cultura de Paz.          
 

Que cada ciudadano cuide de despertar la paz dentro de sí cultivando esas cualidades y valores con la orientación –cuando fuese necesario-  de maestros, instituciones y organismos afines.

 

Que se prioricen las prácticas compasivas que generan en lo cotidiano vivencias de paz y unidad en los niveles individual, social ecológico, planetario y cósmico.
 

Que los gobiernos y sus colaboradores asuman el deber y la responsabilidad  de colocar las estructuras que dirigen al servicio de los diferentes aspectos de la paz,

 

contribuyendo así para la transformación de la Cultura de Guerra en Cultura de Paz.
 

Que las currículas de las instituciones educativas focalicen la educación hacia una Cultura de Paz y no violencia, promoviendo la paz consigo mismo, con los otros y con la naturaleza

 

Que se desarrolla una percepción que trascienda las individualidades de cualquier tipo, sea en las personas, instituciones, comunidades y regionalidades, fortaleciendo la conciencia de unidad que permea lo visible y lo no visible.

 

Que se promuevan formas creativas de integración, en las cuales la riqueza de la razón esté al servicio de la inteligencia del corazón y que conduzcan a una sinergia entre la actual Cultura del Hacer hacia la Cultura del SER.

 

Que ese espíritu de educación inspire a la justicia y la seguridad pública y que sus colaboradores sean preparados dentro del enfoque educativo y no punitivo.


Que las prisiones se transformen en centros de recuperación, a través  de la educación y de la producción de bienes agrícolas y de consumo.

Que las fuerzas armadas estén al servicio de la comunidad en la construcción de una colectividad pacífica, justa  e inclusiva.

 

Cabe a la sociedad civil y a las organizaciones no gubernamentales incentivar y apoyar los esfuerzos de los gobiernos en el sentido  de establecer una Cultura de Paz.

Cabe a las Naciones Unidas realizar estudios y planeamientos estratégicos con el fin de incentivar a los gobiernos en la realización de esos objetivos de paz.

 

Que cada conciencia despierta sea un ejemplo de la paz que se desea ver florecer en el mundo, conspirando pacíficamente para el desenvolvimiento de la unidad de toda la humanidad, para la integridad de cada individuo y la plenitud de todos los seres.  
 

Que se derrumben las fronteras y los  límites internos que separan a los seres humanos de su propia especie y de todos los demás seres vivos, permitiendo a todos una convivencia fraterna, próspera y benéfica.

Que nosotros, los pueblos de la Tierra, estemos reunidos en la Unidad de la Paz,  danzando en lo infinito del espacio eterno, sin comienzo y sin fin.

 

Esta Declaración apoya y refuerza la Declaración Universal de los Derechos Humanos, revoca y anula los abusos perpetrados por la violencia.